Los padres y madres
estarán de acuerdo conmigo, en que es ésta prácticamente la única información
que se maneja, cuando de síndrome de Down se habla.
Cuando hablamos de personas con
síndrome de Down, difícilmente logramos salirnos de la estigmatización del
angelito terrenal.
Se habla de seres
incondicionales, sin envidias, celos, ni competitividad y se agrega que éstas
son características inherentes a los seres humanos.
Si bien creo poder interpretar
descripciones como las anteriores relacionadas a “seres con actitudes llenas de
bondad y en esta bondad existe algo casi por sobre lo humano”, me surge la
necesidad de hacer una reflexión al respecto.
Y es que cuando hablamos de
personas con síndrome de Down, difícilmente logramos salirnos de ésta
estigmatización del angelito terrenal.
El problema no está en que tal
vez algunos sean realmente unos angelitos, el problema está en el mito que se
ha generado al respecto de que TODAS LAS PERSONAS CON SINDROME DE
DOWN SON ANGELITOS y al parecer no son nada más.
Tanto así que desde el lenguaje
que usamos para referirnos a este grupo de personas con síndrome de Down,
hablamos de seres casi celestiales.
La dificultad radica en que los
percibimos angelitos y les negamos con esto condiciones inherentes a los
seres humanos.
Pues bien, creo que en esto
necesitamos crear cambios: debido a que un ángel en el cielo
sobrevive bien, pero que un ángel acá en la tierra crecerá y necesitará valerse
en lo posible por si solo, y ojalá pudiera manejarse en una vida autónoma e independiente.
En la sociedad en que vivimos,
y bien sabemos esto, no alcanza con entregar sólo amor.
Avanzar y desarrollarnos como
personas es una condición de todos los seres humanos, también de las personas
con síndrome de Down.
Le pido al lector que se ponga
un segundo en los zapatos de este supuesto ángel acá en la tierra.¿Te gustaría
hacer nada más que entregar todo el día amor, desde la ventana de tu
casa?…creo que la respuesta es un rotundo no. Creo además que el
sentirse autónomo y lograr metas en la vida, por muy pequeñas que sean
facilitan nuestra felicidad. Avanzar y desarrollarnos como personas es una
condición de todos los seres humanos, también de las personas con síndrome de
Down.
Entonces es hora de que dejemos
a los ángeles actuar desde el cielo y que las personas que estamos acá abajo
aprendamos los unos de los otros.
Es hora que nos validemos con
nuestras diferencias y generemos espacios de oportunidades para
desarrollarnos partiendo de una base en la que somos en esencia iguales. Desde
el minuto en que nacemos tenemos un espacio ganado en la tierra, por derecho
humano y todo humano tiene derecho a desarrollarse, ser educado, trabajar y ser
autónomo.
Así el bebé ríe cuando es capaz
de dar sus primeros pasos, el alumno se alegra cuando es reconocido por sus
compañeros, el trabajador celebra cuando recibe un bono por mérito.
Encontramos la
felicidad cuando nos sentimos competentes y que somos un aporte para
el otro.
La felicidad está en la posibilidad de avanzar, crecer y desarrollarse, también para las personas con síndrome de Down.
La felicidad está en la posibilidad de avanzar, crecer y desarrollarse, también para las personas con síndrome de Down.
Acércate a las personas con
síndrome de Down y quítales las alas de angelito. Le estarás entregando las
alas para emprender un vuelo hacia su felicidad acá en la tierra.
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